Las lecciones que nos trae el agua

Los registros fotográficos dejaron ver desde al aire los galpones cubiertos por una masa hídrica imponente que se movía lentamente empujada por un torrente de agua que ingresaba. Desde nuestro portal quisimos dialogar con Lisandro Culasso, socio de la empresa Isowean a la que pertenecen los galpones anegados pero se nos hizo saber que desde la empresa no se harían declaraciones sobre este triste episodio que debe afrontar su administración. Comprendemos que es un momento muy difícil para la empresa, de todos modos, nuestra intención tenía que ver con el aprendizaje que deja este lamentable suceso, y socializar acciones para evitar repliques de esa funesta realidad.

Intensas precipitaciones hay cada año en esta agraciada zona de la pampa Húmeda, y en buena parte justifica la valoración de estas tierras. Pero parece ser un aserto que se confirma cada año que estas productivas tierras ya no tienen la capacidad de absorción de otrora. Especies de raíces profundas ya no forman parte este horizonte pelado que deja ver una buena parte de la pampa Húmeda.

“El actual modelo agropecuario produjo que lugares que ya se inundaban ahora lo hagan más seguido, y zonas que no se inundaban, ahora comiencen a hacerlo”, explicó Esteban Jobbágy, investigador del Conicet, quien hace 15 años trabaja sobre la capacidad del suelo de retener agua. Señaló que las inundaciones no dependen sólo de la lluvia, sino también de cuánto absorben los suelos y su directa relación con la capa freática. El investigador asegura que en los últimos 10 años se han desmontado casi 2,5 millones de hectáreas de flora diversa, y en concordancia con un informe del Inta Marcos Juárez muestra que, en los últimos 36 años, las napas ascendieron más de 10 metros.

En 1970, cuando sólo el 20 por ciento de las tierras tenía cultivos anuales y el resto era pasturas, estaban a 10,95 metros de profundidad; mientras que el año pasado, con 90 por ciento de los campos destinados a soja, trigo o maíz, cerraron a 91 centímetros.
Recordemos además que el agua que no es retenida en los campos erosiona los suelos, y arrastra nutrientes y pesticidas que afectan la calidad de las aguas utilizada luego en otros destinos.

El criadero de cerdos “Isowean” es un establecimiento modelo ubicado en la zona rural entre Justiniano Posse y Monte Buey, en el sudeste cordobés, que pasó por una situación análoga en 2013, y llevó a sus socios a tomar ciertos recaudos para evitar que se repitiera esta nefasta situación. Diques, canales de desvío y trabajos de redireccionamiento de los cursos de agua, alejado de los galpones no alcanzaron esta vez para enfrentar esta inundación.

Un elemento conexo a este problema tiene que ver con la construcción de canales construidos por particulares sin integrarse a una planificación ordenada colectivamente. En noviembre de 2012, la administración provincial a cargo del extinto gobernador José Manuel De la Sota reglamentó una serie de artículos de la ley 9750 sobre Promoción y Fomento para la Creación y Organización de los Consorcios Canaleros de la Provincia de Córdoba.

Allí se reglamentaron una serie de artículos con el fin de dotar de acción el articulado de dicha ley. Las fotos dejan ver a lotes que escurren mejor el agua en desmedro de otros y con ello ha emergido una polémica entre los colonos de la región respecto al incremento de  las superficies que reúnen excedentes hídricos y el pasaje de cursos de agua de una cuenca a otra, en desmedro de cientos de productores aguas abajo.

¿Y la bioseguridad?
Horacio Baldovino es docente de la Universidad de Rosario y se ha especializado en temas de bioseguridad y desde Todocerdos quisimos conocer su reflexión sobre las inundaciones en la granja Isowean. Si bien no conoce el establecimiento y descuenta la profesionalidad de sus emprendedores, hizo referencia a los estudios que preceden al emplazamiento de una granja de este porte.

Baldovino señaló a Todocerdos que habría que tomar recaudos para evitar propagación de leptospirosis, una enfermedad producida por una bacteria que puede estar presente en la orina de ciertos animales como roedores, perros, vacas, cerdos, caballos y animales silvestres, y que se propaga a través de líquidos y tejidos de un animal infectado en contacto con agua o ambientes contaminados con dicha orina.

Dado que la bacteria sobrevive en lugares húmedos y protegidos de la luz, el riesgo de contraerla aumenta si se producen inundaciones o al desarrollar actividades recreativas en cursos de agua.
La bioseguridad es aspecto que está integrado a la producción porcina y tiene por lo menos dos dimensiones clave: una intramuros y tiene que ver con evitar el ingreso de vida anómala a las granjas, en todos los modos que pudiera ser posible, incluso con espacios y tiempos de cuarentena cuando hay dudas; y otro extramuros, que entre otras cosas tiene que ver con el consumo de esa producción que debe estar sometida a una rigurosa trazabilidad.

Una estructura productiva de este tamaño implica una cantidad de protocolos muy rigurosos y ahora se deberá trabajar en el impacto de miles de metros cúbicos de agua proveniente de sitios diversos, que arrastra patógenos y químicos, y en su paso encuentra una granja con los modos de vida que en ella residen, incluido depósitos de cadáveres y diques de contención de efluentes.

Y no perdamos de vista lo principal: en ese establecimiento trabajan personas y si bien, con una enjundia y compromiso propia de los trabajadores pusieron el cuerpo a este desastre hídrico, exponiendo piel y vías respiratorias a las patogenias y químicos más diversos, y allí no hay calzado ni ropa que proteja.

La FAO recomienda dejar un área de 1.5 a 3 kms entre explotaciones, que funcione como una zona seguridad, amortiguamiento o alta vigilancia, dando preferencia a sitios localizados en calles sin salida, con barreras naturales y/o accidentes geográficos que favorezcan el control de las corrientes de aire (dirección de los vientos), posibles cursos de agua y de los efectos indeseables del sol (utilizar sentido este-oeste), que disminuyan el acceso de personas o animales a las instalaciones y se ubiquen distantes a zonas urbanas e industriales.

Aunque dura sea la realidad, debemos recoger enseñanzas de este episodio para que los eventos venideros no tengan este nocivo impacto. Aunque no se observan indicios de modificaciones culturales necesarias en ciertos sectores de la producción para que ello ocurra, al menos en el corto plazo.

Osvaldo iachetta
Redacción Todocerdos