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Detección temprana del potencial fértil y la capacidad reproductiva de un macho

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Las empresas con vocación exportadora deben mejorar la competitividad y para ello deben apuntar a una mejora continua. Buenos machos, buena prole.


La producción porcina es una actividad económica clave en la industria española, con una clara vocación exportadora, que ha sufrido una significativa tecnificación y profesionalización en los últimos años. Por otra parte, la vocación exportadora y la globalización de la producción obligan al sector a una mejora continua para mantener su competitividad.

La inseminación artificial (IA) en la especie porcina es una técnica ampliamente usada en España desde hace más de treinta años, y generalizada en el mundo. Los machos seleccionados de entre los mejores genéticamente son alojados en centros de inseminación (CIAs) altamente especializados, que cuentan con tecnología y medidas de bioseguridad que pretenden asegurar el potencial fértil de las dosis seminales que comercializan de forma segura e inocua para las granjas receptoras. Más del 60% de las dosis utilizadas en España provienen de estos CIAs, que son mayoritariamente responsables, además, de la distribución de la genética de las empresas de genética.

Es importante predecir el potencial reproductivo de los machos

La selección y avance genético se realiza primordialmente a través de la selección de las habilidades maternales en los machos, conocidos coloquialmente como abuelos y bisabuelos.
El tiempo que transcurre entre el nacimiento de un verraco y su uso efectivo como reproductor suele estar entre los 7 y los 10 meses.

Debido a la relativamente rápida gestación de la cerda (116 días), a las numerosas camadas obtenidas por año (alrededor de 2,4), a la alta prolificidad conseguida en esta especie (más de 14 lechones nacidos por parto, con un incremento anual de prolificidad superior a 0,25 lechones por progreso genético), y a la alta presión de selección genética realizada sobre esta especie, en el tiempo que un reproductor alcanza el CIA y comienza su vida reproductiva, ya han nacido reproductores genéticamente mejorantes.

Además, el tiempo de estancia medio de un reproductor genéticamente mejorante en un CIA está entre 6 y 10 meses (entre los 13 y 17 meses de vida) lo que obliga a los CIAs a trabajar con animales por naturaleza subproductivos, ya que la curva de producción seminal de un verraco  es una sigmoide que alcanza su meseta superior aproximadamente a los 16 meses de vida (Colenbrander y cols, 1993).

En este sentido, seleccionar e!cientemente a los reproductores en edades tempranas, prediciendo no sólo la calidad y cantidad espermáticas, sino también la vida productiva del macho, expresada en términos de días improductivos (períodos de mala calidad espermática por diversas causas)
y causas de renovación, es un factor crítico para el éxito de un programa de mejora genética.

Por otra parte, el coste de producir un macho es cada vez mayor, debido al lógico incremento del coste de la vida, pero también a la aplicación de diversas biotecnologías tales como la genómica, alimentación automática y seguimiento individualizado computerizado, ultrasonografía de grasa dorsal y pesaje de cada individuo en granja varias veces durante su crecimiento, necesarias para mantener la alta exigencia del mercado español e internacional. No obstante, el precio de carne y especí!camente de la dosis de semen refrigerado de IA no se ha incrementado signicativamente desde hace más de 20 años.

Este hecho hace que debamos buscar una eciencia máxima en cada apartado de la producción, incluyendo la de los CIAs y el número de machos alojados en ellos. Por este motivo, es esencial poder identicar a los mejores reproductores, no sólo en base a su potencial genético sino también en base a su capacidad fértil, antes de que sean incluidos en los CIAs.

En los CIAs los eyaculados son sometidos a exámenes rutinarios de contrastación seminal que contemplan la evaluación subjetiva de la motilidad, la concentración espermática, la carga bacteriológica y el porcentaje de morfoanomalías.

Sólo los eyaculados que superan un exigente umbral de calidad son destinados a la producción de dosis seminales para la IA. La mezcla de eyaculados de varios individuos es práctica habitual en la elaboración de dosis seminales, enmascarando la presencia de verracos sub-fértiles que superan
el umbral de calidad espermática (Ferreira y cols, 2014).

Sin embargo, en los verracos destinados a programas de mejora genética esta práctica no se realiza, con lo cual se pueden evidenciar situaciones reproductivas en granja que denotan la presencia de verracos sub-fértiles. Además, la sub-fertilidad es más una característica individual
que de raza o de línea genética (Foxcroft y cols, 2010; Flowers, 2013).

La temprana identicación de estos verracos sub-fértiles es actualmente un reto para la industria porcina por la repercusión productiva y económica que estos animales tienen tanto para la granja como para el CIA. Un ejemplo de ello se muestra en el trabajo publicado por Roca y cols en 2015, indicando que si se eliminara el 10% de los machos menos fértiles (sub-fértiles) se obtendrían 223 lechones más por cada 100 cerdas inseminadas o lo que es lo mismo, el equivalente económico de más de 10.000 euros por año para una granja de 1.000 madres en producción.

Además, el uso de nuevos procedimientos de IA que conllevan una drástica reducción del número de espermatozoides necesarios por dosis de IA, agrava esta situación, ya que se inseminan un mayor número de cerdas por verraco y las pérdidas potenciales ocasionadas por un verraco sub-fértil se magnifican. Esta realidad implica que los CIAs deben complementar los actuales análisis rutinarios de calidad espermática con otros más selectivos que les permitan una mejor selección de los eyaculados destinas a la IA o, alternativamente, detectar de manera precoz los verracos sub-fértiles, a ser posible antes de su entrada como reproductores en los CIAs (Roca y cols, 2016).

Morfología testicular
El peso y tamaño testicular en un lechón aumentan exponencialmente durante su primer mes de vida, experimentando un incremento signicativo en las células de Sertoli, espermatogonias y probablemente células de Leydig (Mc-Coard y cols, 2003b; Caires y cols, 2008; Wagner y Claus, 2008).

Durante el periodo entre un mes y la pubertad, aproximadamente a los cuatro meses de edad, el crecimiento testicular es lento, activándose de nuevo tras la pubertad (Allrich y cols, 1982; Lee y cols, 1987). El peso testicular poco antes demuestran relación entre las gotas citoplasmáticas proximales, claro signo de inmadurez espermática, y la tasa de fragmentación. A pesar de esta clara incidencia sobre la prolicidad, todavía hoy no conocemos qué porcentaje de espermatozoides con ADN alterado es aceptable en la especie porcina.

Con la técnica SCSA, algunos autores lo situaron en torno al 5% (Martínez, 2005), o menor del 5% (Wabersky y cols, 2011), o por encima del 20% cuando el semen se conservó más de 72 h. Boe-Hansen y cols, (2008) encuentran reducción de entre 0,5 y 0,9 lechones cuando la tasa de
fragmentación era mayor al 2.1%, mientras que Broekhuijse y cols, (2012) llegan a resultados similares de pérdida de prolicidad cuando se situaba por encima del 3,15%. Con la técnica SCD el porcentaje de DFI aceptable fue menor al 5% (Alkmin y cols, 2013).

Por otro lado, se ha observado la disminución de dos a tres lechones por camada al utilizar semen con porcentajes de fragmentación cercanos al 20% (Roca y cols, 2015). Por lo cual más estudios son necesarios
para alcanzar conclusiones sólidas al respecto.

Determinación de la libido
La libido se tiene como la voluntad y/o entusiasmo del macho para realizar la monta (Chenoweth, 1981), y se relaciona estrechamente con el comportamiento sexual, en el cual el verraco muestra una serie de signos como gruñidos, masticación y producción de saliva, micción y defecación,
golpeo de los "ancos de la hembra (o el potro de recolección de semen) y el olfateo en la zona genitourinaria de la hembra (Hemsworth y Tilbrook, 2007).

Los verracos con tamaño testicular mayor parecen expresar mayor libido y presentar mayor concentración espermática en su eyaculado, con lo cual una selección directa sobre el tamaño testicular podría seleccionar indirectamente el comportamiento sexual (Flowers, 2008), y quizá una mayor producción espermática (Flowers y Wise, 2011).

El estudio sistematizado de la libido es complicado porque hay muchos factores que pueden influir sobre ella, como la línea genética o la estacionalidad (Okere y cols, 2005; Szostak y Prykaza, 2011; Sonderman y Luebbe, 2008; Neely y Robinson, 1983; Pinart y Puigmulè, 2013; Rodriguez-Gil y Estrada, 2013).

Sin embargo, es posible que la libido pueda tener una base hereditaria (Snowder y cols, 2002). En Topigs Norsvin se ha calculado una heredabilidad en porcino basada en recientes estudios internos de 0,138. En cualquier caso, la libido se puede medir mediante parámetros subjetivos y objetivos como el tiempo que tarda el macho en saltar al potro, el tiempo que tarda en eyacular, o la emisión de gruñidos (Ren y cols, 2009; Levis and Reicks, 2005).

Durante los últimos años se han estudiado numerosos factores externos que influyen sobre el comportamiento sexual del verraco, tales como (1) la alimentación (Wilson y cols, 2004; Audet y cols, 2004); (2) el alojamiento (Hemswor th y Beilharz, 1979); (3) la edad (Pinho y cols, 2013; Szostak y Przykaza, 2011); (4) el fotoperiodo (Sancho y cols, 2004); (5) la temperatura ambiental (Suriyasomboon y cols, 2005).

La eliminación de verracos durante los primeros 6 meses de estancia en el CIA puede ser debida, entre otras causas, a libido reducida o ausente (en torno al 7%), a mala calidad seminal (en torno al 30%), o a reducida cantidad de espermatozoides por eyaculado (alrededor del 1%) (AIM Ibérica,
estudio interno). El estudio de la relación entre la libido y estas causas de eliminación, junto con los valores productivos de los verracos medidos en términos de calidad y cantidad espermáticas durante su vida productiva, es uno de los objetivos de este proyecto.

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Alfonso Bolarín Guillén
Director de Calidad y Desarrollo. AIM Ibérica.

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