Un equipo de investigación se propuso monitorear diez enfermedades en poblaciones de cerdos silvestres, algunas de las cuales pueden afectar la salud humana. El proyecto permitió detectar una serie de patógenos circulando en estas poblaciones de cerdos, una información que tiene aplicación en tres campos: salud pública, producción animal y conservación de la biodiversidad. La investigación, que ganó en 2014 el Premio SENASA a la investigación, Transferencia y Comunicación, se realizó sobre 118 cerdos silvestres en la Bahía de Samborombón, provincia de Buenos Aires.
En los últimos años, Argentina registró un fuerte y sostenido crecimiento de la producción y del consumo de carne porcina, por lo cual el control de las enfermedades endémicas permite garantizar productividad y aspirar a mercados internacionales.
Argentina tenía una demanda por parte de la Organización Internacional de Epizootias -el organismo equivalente a la Organización Mundial de la Salud para cuestiones de salud animal- para sostener el estatus sanitario de país libre de peste porcina clásica, una calificación importante para el tráfico de productos derivados de los cerdos.
Para ello, nuestro país necesitaba monitorear las poblaciones de cerdos que no están bajo control de los productores, dado que al haber interacción entre los stocks ganaderos y las poblaciones silvestres, los patógenos pueden circular.
Es entonces cuando el equipo de investigación, encabezado por Bruno Carpinetti, Docente de Ecología y Recursos Naturales e investigador de la UNAJ, quien también trabaja en la Dirección de Áreas Naturales Protegidas, Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible de la Provincia de Buenos Aires, se propuso monitorear diez enfermedades en poblaciones de cerdos silvestres, algunas de las cuales pueden afectar la salud humana.
Con la información obtenida a través de este proyecto, el SENASA lanzó una campaña de vacunación en ganado bovino de la zona contra la leptospira –uno de los anticuerpos detectados por la investigación- con resultado positivo, ya que disminuyeron los porcentajes de abortos producidos en los rebaños de la zona, generados por estos anticuerpos.
Este original y difícil proyecto permitió detectar una serie de patógenos circulando en estas poblaciones de cerdos, una información que tiene aplicación en tres campos: salud pública, producción animal y conservación de la biodiversidad. La investigación -que ganó en 2014 el Premio SENASA a la investigación, Transferencia y Comunicación- se realizó sobre 118 cerdos silvestres en la Bahía de Samborombón, provincia de Buenos Aires.
Carpinetti explica que dado el gran esfuerzo de logística y humano que requiere capturar animales silvestres que están en áreas bastante recónditas y poco accesibles, intentaron obtener el máximo de información y generar el máximo de conocimiento posible “con un esfuerzo financiado por la UNAJ, además de los fondos que nos dio el Premio SENASA”.
En relación a la brucelosis “se han hecho campañas en la zona para que se extremen las medidas a la hora de la faena, que es el momento más crítico donde se puede producir el contagio a humanos”, sostuvo el investigador. “Ahora tratamos de caracterizar si la variedad de virus que circula en la población silvestre es la misma que circula en los stocks de cría para poder direccionar mejor los esfuerzos de control sanitario”.
El monitoreo de estas enfermedades adquiere también importancia ya que algunas pueden afectar la salud humana, “más aún porque en la cultura popular de la población rural es común su uso como chacinado y para consumo, enfermedades de importancia productiva, y también pueden ser agentes transmisores de enfermedades a especies en riesgo de extinción”.
La investigación ratifica la ausencia de enfermedades exóticas pero indica que el 64 % de los animales no presentó anticuerpos contra Leptospira interrogans serovar Pomona y 37,5 % y tampoco contra el virus de la enfermedad de Aujeszky, lo cual pone el foco de atención en la importancia de los controles sanitarios.
Los cerdos silvestres (Sus scrofa) descienden de cruzamientos entre cerdos domésticos liberados durante la colonización con jabalíes salvajes euroasiáticos liberados con propósitos cinegenéticos (caza). Son invasivos y su coexistencia con especies domésticas implica riesgos sanitarios. La importancia de analizar estas especies es que pueden actuar como reservorios de enfermedades infecciosas para los animales domésticos y la fauna autóctona, como así también ser fuente potencial de enfermedades zoonóticas.
En particular, Argentina es considerada libre de fiebre aftosa (FA), peste porcina clásica (PPC) y africana (PPA) y síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS). En tanto que la enfermedad de Aujeszky (EA) y la leptospirosis son endémicas en ciertas áreas del país.
La leptospirosis es una de las una de las enfermedades con mayor impacto económico a causa de las grandes pérdidas que ocasiona en la ganadería en general, como así también en la producción porcina, relacionada con abortos, alta mortalidad perinatal, disminución en el tamaño de la camada.
El cerdo es el mejor ejemplo de un animal portador/excretor, ya que una vez que las leptospiras se localizan en el riñón, el animal se transforma en eliminador de bacterias de por vida, jugando un rol de gran importancia en el ciclo de la enfermedad.
Los resultados de este trabajo contribuyen a la vigilancia sanitaria de Argentina. El impacto económico real o potencial de algunas de las enfermedades estudiadas en el trabajo puede ser muy grande y debe ser tenido en cuenta por los entes oficiales relacionados con la sanidad animal y la salud pública de nuestro país.
La investigación denominada “Determinación de anticuerpos contra patógenos virales y bacterianos seleccionados en la población de cerdos silvestres (Sus scrofa) de la Reserva Natural Bahía Samborombón, Argentina” cuenta, además, con investigadores de la Dirección Nacional de Sanidad Animal, Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), la Dirección de Laboratorio Animal, SENASA, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y el Laboratorio de Virología, Facultad de Ciencias Veterinarias, Universidad Nacional de La Plata.
Por Julio Longa
jlonga@unaj.edu.ar
Andrea Romero y Damián Ierace
Prensa y comunicación institucional Universidad Nacional Arturo Jauretche